Todos de alguna forma disfrutamos lo clásico: elegante, maduro, imperecedero. Pero quién no se divierte chapuceando con libertad de inspiración, rompiendo inimputable con normas y usos. Ese es el espíritu “Art Noveau” de este trabajo casi sino estrafalário. Color, brillo y movimiento llevan a ese espacio semi-mágico en el que fue imaginado.
De qué sirve que se defina como portalapicero con esteca y brocha de pintor si su función casi que no importa… Esculturalmente decorativo, la riqueza visual es suficiente y deleita a puro color. Cerámica de barro horneado, azulejos, murrinas italianas y un corazón reinterpretado enviado hacia el cielo con permiso para soñar.