Agua, tierra y fuego.
De la misma tierra que nacemos nace también de lo profundo la más cálida arcilla. Y con ella nacen ideas y sueños.
Maleable, plástica, de corazón amistoso y de fuego, es el barro bíblico más primitivo que no miente. Simple y original en su símbolo, es madre como la tierra misma que escribe cada partícula de la que está compuesta.
Tú despiertas las memorias de la arcilla que ha sido roca cuando el agua amasa tus manos recorriendo sus moléculas. En comunión con lo más elemental se duerme tu recuerdo y huérfano de gloria te has mudado ese momento a su recuerdo. No sabes si eres tú el autor que le da forma o si en arcilla se rima auténtico de tí… sabes sí, el crédito es de ella.
El resto de la historia es muy ancestral en la memoria. La escribe el fuego que con su aliento de volcán la calienta, la endurece y le da nombre.
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